domingo, 14 de junio de 2020

PROFESIÓN DE FE EN LA EUCARISTÍA



15 de julio de 1968

Con inmensa alegría del alma he leído la Profesión de fe o “CREDO” que nuestro amado Papa Pablo VI ha proclamado en la Basílica de San Pedro con motivo de la clausura del “Año de la Fe” el día 29 del mes pasado.

Y la he leído con inmensa alegría porque toca un dogma que es la vida de mi alma: la Eucaristía. ¡Cuántas  veces he deseado secretamente que fuera introducido en el Credo por algún Concilio o por algún Pontífice!

Y he aquí que el bendito y Santo Papa Pablo VI, en estos tiempos de confusión y tristeza en que la fe en este Sacramento del Amor se está sumiendo en las tinieblas de terribles errores, proclama la doctrina tradicional de la Iglesia con una claridad y firmeza admirable, que  a mí me ha llenado de alegría y consuelo. Se ha cumplido un gran deseo mío: El Papa ha compuesto un “Credo” precioso y en él  está el misterio dulcísimo  y sobre toda ponderación consolador de la Sagrada Eucaristía. Lo coloca a continuación del dogma de la Iglesia. Copio sus palabras sobre este punto importantísimo:

“…LA CARNE Y LA SANGRE DEL SEÑOR”… Creemos que la Misa celebrada por el sacerdote y ofrecida por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo Místico, es el sacrifico del Calvario, que del mismo modo que el pan y el vino consagrados por el Señor en la Santa Cena se convirtieron en su Cuerpo y en su Sangre y que iban a ser ofrecidos por nosotros en la Cruz, así también el pan y el vino consagrados por el sacerdote se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo glorioso, sentado en el cielo, y creemos que la presencia del Señor bajo lo que sigue apareciendo a nuestros sentidos igual que antes, es una presencia verdadera, real y sustancial…”

“…Cristo no puede estar así presente en este Sacramento más que por conversión de la realidad misma del pan en su Cuerpo y por la conversión de la realidad del vino en su Sangre, quedando solamente inmutadas las propiedades del pan y del vino, percibidas por nuestros sentidos. Este cambio misterioso es llamado por la Iglesia de manera muy adecuada transubstanciación…”

“… Toda explicación lógica que intente buscar alguna inteligencia en este misterio debe, para estar de acuerdo con  la fe católica, creer que la realidad misma, independiente de nuestro espíritu, el pan y el vino han dejado de existir en la Consagración, de suerte que el Cuerpo y la Sangre adorables de Cristo Jesús son los que están desde ese momento realmente delante de nosotros bajo las especies sacramentales del pan y del vino, como el Señor ha querido y para asociarnos a su Cuerpo Místico…”

“…La existencia única e indivisible en el cielo no se multiplica, sino que se hace presente por el Sacramento en los numerosos lugares de la tierra, donde se celebra la Misa. Y sigue presente después del sacrificio, en el Santísimo Sacramento, que está en el tabernáculo, corazón viviente de cada una de nuestras iglesias. Es para nosotros un dulcísimo deber honrar y adorar en la Santa Hostia que ven nuestros ojos al Verbo encarnado, a quien no pueden ver y que  sin abandonar el cielo, se ha hecho presente entre nosotros”