domingo, 16 de mayo de 2021

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN

 

        En este día tan entrañable para nuestra hermana Sor Mª Teresa, por haber recibido tantas gracias del Señor, queremos compartir con todos vosotros, uno de los mensajes al Padre Celestial, que ella enviaba por medio de Jesucristo en su Ascensión al cielo

 

Mensaje oracional

    ¡Oh  Cristo Jesús! Estamos celebrando el último misterio de tu vida en la tierra. Tu misión se ha cumplido. Nos redimiste con los enormes sufrimientos de tu Pasión y muerte en la Cruz; ahora llega el momento de ser exaltado en el cielo a la derecha del Padre: el dolor se desvanece. Sólo queda la gloria. Es muy justo que recibas, Señor, el homenaje, la aclamación y adoración de todas las jerarquías angélicas y de las legiones de bienaventurados de la gloria celestial.

    Nosotras nos unimos a ese mensaje de gozo y de esperanza. Es verdad que estás con el Padre, pero, a la vez tienes el poder divino de quedarte con nosotros. 

Y aquí te tenemos en el altar, para que podamos adorarte, alabarte y amarte, y decirte que Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida; y además la fuente de toda felicidad. Tu gozo es nuestro gozo; tu victoria, nuestra victoria. Junto a tu Madre y nuestra, María, esperamos tu Bendición amorosa que se derrame sobre nuestra Comunidad y nos llene de tu Espíritu; que se extienda también a todos los que amamos: que sintamos tu mirada y tu sonrisa de Amigo y de Esposo, y sea para toda la tierra, gesto de dulce despedida, de fortaleza y protección.

    Escucha nuestra súplica insistente: que crezca nuestra Comunidad en número, en santidad y en gracia; que vivamos la “Santa Unidad” y que permanezcamos en tu Amor para que sea plena nuestra alegría; y continuemos tu alabanza por los siglos de los siglos. Amén.

miércoles, 5 de mayo de 2021

En el 4º aniversario de la partida al cielo de Sor Mª Teresa

     En este cuarto aniversario de la partida al cielo de Sor Mª Teresa queremos compartir con vosotros una reflexión suya, personal, sobre este texto evangélico propio de la Pascua.


“Simón, ¿me amas más que estos? Le respondió: Señor, tú sabes que te quiero” (Jn 21, 1-24)

Este texto evangélico en que Jesús Resucitado en aquella luminosa mañana primaveral se aparece en la playa del lago de Galilea a sus discípulos y dirigiéndose a Pedro le pregunta reiteradamente si le ama, arrancó del apóstol una respuesta de amor triple, total: “Tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero”

Jesús tiene sed de amor; tiene sed del amor de sus elegidos, de sus consagradas, y nos pide nuestro amor. Esto es lo que me sorprende y, me emociona; que mi Dios que es todo Bondad, todo Belleza, todo Luz y poder, me haya llamado a mí, y me haya hecho suya para siempre.

Siento tal gratitud por esta gracia (que considero una cadena de gracias) que no puedo expresarla con palabras. Quizá con el salmo inspirado: “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación invocando tu nombre… Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo…”

En este día me preguntas una vez más “¿me quieres?”

            ¡Sí! ¡te quiero! Con toda mi alma, con todo mi ser, con todo mi corazón.

Permíteme, oh Jesús amadísimo, que te exprese en cuanto pueda, mi amor más encendido. Pienso que toda mi vida, mi larga vida consagrada a tu servicio, ha sido un constante ejercicio de amor a Tí y a las hermanas por Tí.

Porque Tú, eres mi Vida, mi luz, mi paz, mi dulcedumbre, mi gozo, mi riqueza… toda mi felicidad. ¡No puedo vivir sin Ti! Quiero fundirme contigo en tu abrazo inefable; abrásame en tu divino fuego. Que tu Espíritu me cobije bajo sus alas y me ilustre y me enseñe la ciencia del Amor. Quiero cantarte este amor, en correspondencia al tuyo tan inmenso, con la más dulce melodía, con la música más bella, con la mejor poesía. ¡Te amo! ¡te quiero! Es el verbo que quiero conjugar constantemente, que quiero repetir noche y día sin cansancio… ¡Sí, Señor, te quiero, porque también tu Amor es para mí la plenitud de la Vida, del júbilo, de la felicidad!