jueves, 18 de febrero de 2021

18 de Febrero

 

13-II-1975  (Jueves después de ceniza)

 

“Esto dice el Señor: Si cumples lo que te mando… vivirás;

el Señor tu Dios te bendecirá” (Deut 30, 15-16)

 

“El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo” (Mt 6, 16-18)

 


            Estas palabras tuyas, oh Jesús, siempre pone temblor en mi carne y miedo en mi corazón: ¡Cuánto cuesta el sufrimiento! Pero no por eso dejaré de seguirte. Te seguiré con mi cruz cada día, cueste lo que cueste. Al fin, me invitas a que marche en pos de Ti, contigo. Si fuera sola, sin arrimo y sin apoyo, tendría mucho que temer de mi fragilidad y mi nada.

            Pero voy contigo y me prometes la salvación y la vida. Por eso debiera redoblar mi esfuerzo y quemar las etapas en pos de Ti para llegar pronto a ese revestimiento de Ti mismo que persigo, a esa muerte de mí misma para que vivas Tú en mí. ¡Oh Jesús! Nada puedo en este camino si Tú mismo no me alientas y me ayudas. ¡Ven! Tú sabes cuánto me cuesta sufrir… Tú sabes que soy incapaz de todo bien sin tu gracia.

            Tú mismo has dicho que tu yugo es suave y tu carga ligera. ¡Hazme sentir a mí la verdad de tus palabras! Ayúdanos en “nuestro destierro” y que podamos soportar con valentía el peso de este dolor, hasta que Tú quieras devolvernos la vida y la paz. Resucitar contigo es la meta de nuestra peregrinación. Llegue hasta nosotras copiosísima esa bendición que nos prometes para que podamos vivir tu vida con toda plenitud. Tú eres mi fuerza, mi Roca salvadora. Confío en tu misericordia  y tu amor.

miércoles, 17 de febrero de 2021

17 de Febrero

 


Miércoles de ceniza

“Convertíos, rasgad los corazones, no las vestiduras…” (Joel 2, 12-18)

“Ahora es el tiempo de la gracia” (2 Cor 5, 20)

“Cuidad de no practicar vuestra justicia para ser vistos de los hombres”

(Mt 6, 16-18)

 

            La Cuaresma es tiempo de conversión a una vida de más fervor, de más intensidad y amor. Es tiempo de reparar lo pasado y empezar de nuevo con el arrepentimiento del corazón y la confianza ilimitada en la misericordia divina. Eso será aprovechar la gracia de la salvación.

            Y Jesús me enseña cómo he de realizar esta conversión, ejercitándome en las virtudes tan importantes como son la caridad, la oración y el ayuno .

1º.- Caridad o limosna: daré la limosna de mis servicios, de mi sonrisa, de mi disponibilidad a cuanto se me pida, con espíritu sobrenatural y con el fin de agrada a Jesús y a mi Padre celestial.

2º.- Haré la oración más atenta, más humilde, más amorosa y entregada en el silencio de mi interior, en este coloquio como estoy ahora, cálido y confiado de hija que habla con su Padre con entera libertad y confianza.

3º.- Ayunaré materialmente, pero sobre todo espiritualmente, procurando no cometer faltas ni imperfecciones.

Este es el programa cuaresmal que Jesús me señala, y que yo quiero recoger con prontitud de ánimo.

¡Oh Jesús! Contigo siempre en la caridad, en el ayuno, en la plegaria. Contigo, para escuchar tu voz y tu palabra, en el silencio de mi oración y poder dedicarte mi amor y ofrecerte una vez más mi vida. Contigo quiero entrar por la senda de la cruz para aprender a sufrir contigo. Contigo quiero morir para resucitar contigo a una vida nueva: Contigo quiero vivir. ¡Siempre contigo!

 

domingo, 14 de febrero de 2021

14 de Febrero

 



Aquel día el Buen Maestro

proyectaba decidido

una gran misión, muy amplia

por los poblados perdidos.

   Iba, pues, con sus discípulos

y gente que le seguía,

por comarca montañosa

retirada en lejanía

a llevar la gran noticia

de la nueva profecía.

   La luz de Dios irrumpía

en la mañana naciente,

y aunque fueran solitarios

los parajes elocuentes,

la paz que Jesús llevaba,

se palpaba en el ambiente.

   Mas a lo lejos se escuchan

como inciertos alaridos,

unos esquilones rotos

impresionantes gemidos.

   Salían de las cavernas,

porque tenían vedados

los senderos y caminos

por los hombres transitados.

   Y de repente surgió

una escuálida figura

entre harapos y miseria,

imagen de desventura.

Y se plantó en el camino

por donde Jesús pasaba,

con el fin de que le viera

mientras él le suplicaba.

   Con voz triste, entrecortada

se dirigió hacia el Señor

y le dijo con confianza

y a la vez con gran fervor:

   -¡Señor! Señor! Si tú quieres,

puedes limpiarme enseguida;

yo sé que vienes de Dios

y haces el bien sin medida.

   La gente, presa de espanto

se retiraba asustada.

-¡Un leproso! ¡Maldición!

¡en medio de la calzada!

   Pero Jesús les sosiega

 y les calma: ¡No temáis!

¡No sufriréis ningún daño!

Basta con que ahora creáis.

   Y dirigiéndose al hombre

tan lleno de desventura,

-¡Quiero, hijo! ¡Queda limpio!

Le dijo con gran dulzura.

   Y de pronto aquella carne

leprosa, lacia y sangrante

se volvió limpia y rosada,

tersa en aquel mismo instante.

   Postrado en tierra aquel hombre,

su alma llora conmovida

a los pies del bienhechor

que le ha devuelto la vida.

   - Vete y cumple con la ley.

Vuelve a tu casa contento,

y cree en quien te ha curado

con paz y agradecimiento.

   Jesús siguió su camino

en medio de la adhesión

del gentío que le sigue

con gozo y admiración.

sábado, 6 de febrero de 2021

6 de Febrero

 

8 de Febrero-1975

“Que el Dios de la paz… os ponga a punto en todo bien” (He 13, 20)

“Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco” (Mc 6, 30-34)

            ¡Qué ternura en estas palabras de Jesús! ¡Qué revelación del Dios de la paz en esta vida de hogar, de intimidad con los suyos, a solas, en la que ellos se desahogan con Él, contándole “todo lo que han hecho y enseñado” y Él los sonríe y los estimula a seguir trabajando por el Reino de Dios naciente en la tierra! ¡Oh vida dichosa con Jesús, tranquila, sin asechanzas de enemigos, sin críticas mordaces, al abrigo de interpretaciones torcidas, a solas con aquellos que le aman!

            ¡Qué momentos de calma y de descanso, en la intimidad amorosa de una dulce amistad!

          

¡Oh Jesús! ¡Cuántas veces necesitamos de estos momentos después de la lucha y de la inquietud, ante ojos hostiles y palabras hirientes! Tú sabes que sufrimos, que nos cercan a veces la incertidumbre y la oscuridad, que cae sobre nosotros como densa nube abrumadora la tristeza y el hastío de una vida sin ilusión, y tenemos que luchar por superarla. Tú tienes lástima de los que andan desalentados “como ovejas sin pastor” y los instruyes y ayudas. Por eso nos acogemos a Ti;  te necesitamos siempre, Pastor nuestro adorado, y solo tu sonrisa, tu mirada buena, tu compasión y tu cariño pueden sosegarnos y reparar nuestras fuerzas. No debemos temer aunque marchemos por cañadas oscuras, porque Tú vas con nosotras y nos conduces a la intimidad tranquila de tu amor, donde hallan reposo y sosiego nuestras almas.

            Háblanos con calma al corazón, porque tu Palabra cura y tu ejemplo vivifica. ¡Oh Pastor Divino! nos refugiamos en tus brazos, al abrigo de tu amor luminoso y siempre fiel! ¡Acógenos, Señor!