sábado, 30 de enero de 2021

30 de Enero

 

1 de Febrero-1975

“La fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve”

(He 11, 1)

“Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio! ¡Cállate!”

(Mc 3, 39)

            Admiro la fe de los patriarcas antiguos. Ellos se fiaron de Dios absolutamente, estando seguros de que se cumplirían las promesas. Se fiaron de Dios y llegaron a la Patria esperada.

            También yo quiero fiarme de Ti, oh Dios mío, pero he de decirte que ayudes Tú mi fe, porque es débil e inconstante.

          

¡Oh Jesús! Esta fe debería hacerse fuerte e invencible al considerar los efectos de tu poder infinito. ¡Qué cuadro tan grandioso y fascinante el de la tempestad calmada por Ti en el mar de Galilea! ¡Qué divino espectáculo el de tu figura majestuosa, admirable, puesta en pie sobre aquel viento huracanado y aquellas olas embravecidas, que manda y es obedecida al instante! ¡Oh Jesús! Me gozo de verte así, tan grande, tan espléndido! ¡Ven! Ponte en pie en la barquichuela de mi alma… porque yo sé que duermes, pero tu corazón vela sobre mi vida desgarrada.  Impón silencio a tantos anhelos, a tantas inquietudes, a tantos sobresaltos como la cercan y agitan. ¡Ven! Haz que me fíe siempre de Ti y navega siempre conmigo. Pueda yo ver tu rostro sereno y transfigurado que me devuelve la vida y hacer renacer en mi alma la gran bonanza. ¡Oh Jesús! Que pueda yo alabarte alborozada por este triunfo… que pueda darte gracias incansable por esta obra tuya maravillosa; que pueda con alegría exaltar tu grandeza y pregonar tu bondad sin límite.

            ¡Oh Rey de mi corazón! Estoy junto a Ti, al amparo de tu poder, segura de todo peligro, acogida por tu misericordia y amor.

 

jueves, 28 de enero de 2021

28 de Enero

 

30-1-1975


“Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa” (He 10, 22)

“Al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”

(Mc 4, 25)

            Estas palabras de Jesús me han resultado a veces desconsoladoras, pues al sentirme pobre y desposeída de todo, nada parece que  ya podría recibir… pero no debo de interpretarlas así, puesto que toda la Escritura me estimula a la esperanza.

            Creo que tengo, oh Jesús, tu gracia divina que es el mayor tesoro y espero que me darás un caudal inmenso en el día definitivo. Creo que tengo tu divino amor, a pesar de todas las contradicciones, y espero, que Tú que eres “fiel” colmarás y saciarás un día todos mis anhelos de amor perfecto y celestial.

            Casi no sé decirte otra cosa, Señor, estoy humillada y en silencio ante Ti, pues apenas entiendo hoy tu mensaje…

 

martes, 26 de enero de 2021

26 de Enero

 

Actos de acción de gracias

¡Gracias, mi Jesús te doy   por haber así venido

a mi pobre corazón que te canta agradecido!

¡Qué felicidad tan grande  yo siento con tu venida:

es una alegría inmensa, supera toda medida.

¿Cómo podría expresarte  mi gran agradecimiento

por este don de Ti mismo, oculto en el Sacramento?

¿Cómo podría expresarte mi gratitud encendida

si tu dignación inmensa me tiene sobrecogida?

¡Gracias por tanta bondad  con la que me has rodeado!

¡Gracias por tan grande Amor  como en mi vida has sembrado!

¡Gracias por tu suavidad,  como brisa en el estío!

¡Gracias por eres mi fuego  en el invierno más frío!

¡Gracias, sí, miles de gracias  te daré constantemente

por tu entrega generosa por tu amor más elocuente!

lunes, 25 de enero de 2021

25 de Enero

 

25-1-1975

“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio… el que crea y se bautice se salvará” (Mc 16, 15)

“Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí”

(Gal 2, 20)

            Estas palabras de San Pablo son las que he querido hacer mías para hacer hoy mi oración.

   

San Pablo es un enamorado de Jesús, su teólogo más brillante. San Pablo es el hombre de la crecida esperanza, de la decisión y valentía en toda prueba, de corazón tierno y grande, reflejo de Cristo. Por eso le admiro y le quiero y hago mías todas sus palabras.

            “Vivo de la fe en el Hijo de Dios”. Ciertamente esa fe es la que dirige mi vida, ilumina mis noches y pone alegría en mi destierro. Esta fe en el Hijo de Dios es la que me salva: “el que crea… se salvará” porque el amor de Jesús todo lo puede y me ha amado hasta el extremo de “entregarse por mí”.     

            ¡Oh Jesús!  Me arrojo con ilimitada confianza en ese amor inmenso tuyo, me fío plenamente de Ti y quiero vivir de ese amor solamente. Creo en Ti, confío en Ti, te amor, porque el amor requiere en correspondencia, amor. Te amor porque Tú me has amado y te has entregado por mí, y yo quiero también entregarme por Ti a todos los sacrificios que exija la vida. Te amo con un amor que quisiera ser semejante al tuyo, generoso y magnánimo en extremo. ¡Gracias, Señor Jesús, por haberme amado así, para avivar mi fe y mi confianza, siempre tan débiles… Te amo y nunca te amaré bastante. Déjame pegar los labios a tu Corazón herido y así te agradezca y diga con besos, lo que con palabras no se puede decir…