Iniciamos una andadura con este blog para dar a conocer la vida espiritual de
Sor Mª Teresa de la Inmaculada, una hermana Clarisa fallecida en 2017, en el
Convento de la Santa Cruz de León: UNA VIDA SATURADA DE AMOR.
Comenzamos con su
Ofrenda al Amor que ella misma escribió en el año 1961 y que muestra su
ardorosa entrega a su Esposo Jesús y su inquietud porque los jóvenes le conozcan,
le amen y le sigan radicalmente.
Oh Jesús, Centro adorado de mi corazón y alegría única
de mi vida.
Envuelta en el manto de mi
Madre, la Virgen, quiero renovar en tu presencia el total ofrecimiento de mi
ser y de mi vida al servicio de tu amor.
¡Recíbeme
íntegramente! Y al hacerte Dueño absoluto de todo cuanto soy y cuanto puedo,
estoy dispuesta a aceptar de tu mano divina, con espíritu de amor tanto las
penas como las alegrías que te dignes enviarme, pudiendo disponer de mí según
tu beneplácito divino, porque quiero ver solamente con tus ojos y tener un solo
querer contigo.
Me
arrojo por tanto con ilimitada confianza en tus brazos amorosos, con la
seguridad de que en mis posibles desalientos y caídas, ellos me han de sostener
con infinita piedad y me han de comunicar la fortaleza necesaria para superar
toda aflicción y no ser jamás infiel a esta mi consagración al Amor.
Te
confío asimismo todos los sucesos de mi vida: mis preocupaciones, mis alegrías,
mis derrotas, mis pesadumbres y mis inquietudes todas, y descanso en Ti sin
temores, porque en tus manos ha quedado mi suerte y toda mi vida saturada de Amor.
¡Oh Jesús
amadísimo! Escucha ahora la súplica vehemente
que me brota del fondo del alma: ¡Transfórmame en Ti! ¡Identifícame
Contigo! Quiero quedar envuelta en los incendios de tu amor infinito, tu
Espíritu Santo, para que amándote inconmensurablemente quede para
siempre convertida en una verdadera víctima de tu amor agradable al
Padre. Y cuando llegue para mí el momento de partida de este mundo a la
eternidad, suaviza con tu presencia mi inmolación y que sea el mismo amor el
que me arrebate la vida.
Dame,
oh Jesús, que a cambio de esta mi vida y entrega al Amor, pueda salvarte almas.
Dame un sin número de almas selectas que
atraídas por el hechizo de un ideal perfecto, que eres Tú mismo, a Ti se entreguen con todo el ardor de su
corazón y en Ti perseveren creciendo en tu amor hasta la muerte.
Concédeme, por último, que
purificada mi alma con este fuego divino, lavada con tu Sangre preciosísima
pueda volar inmediatamente después del destierro, sin demora alguna, a tus
brazos de Esposo, donde en el éxtasis supremo de tu beso de amor cante
eternamente tus misericordias por los siglos de los siglos. Amén.
Sor Mª Teresa de la Inmaculada Reyero, o.s.c.
(†)
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