viernes, 8 de enero de 2021

8 de Enero

 


 Agosto . 2005

“Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”

Este texto fue el comentado por el P. Horacio, sj (mi director espiritual entonces) en la Santa Misa de mi ya lejana toma de Hábito. Me quedó impreso para siempre, y siempre lo he recordado. Sus palabras fueron algo así:

“Tú también, Conchita, (al igual que los Magos) has visto su estrella y has querido venir a adorarlo: a dedicar tu vida a la adoración y la alabanza a Jesús de quien te has enamorado. Él te ha atraído, Él ha sido la estrella brillante de tu vida que con su luz indeficiente alumbró tu camino hasta llegar a dejarlo todo por Él, y a entregarte a Él con generosidad y alegría… Otra “estrella” brilló para ti desde tu nacimiento: la Virgen Inmaculada, nuestra amorosa Madre: llevas su nombre, Conchita, y Ella te ha guiado en esta tu entrega a Jesús… Deseo y pido al Señor tu perseverancia… Y no te olvides nunca de la estrella de tu vocación”

(…)

            Ciertamente nunca me he olvidado de la “estrella de mi vocación”, pero lo he recordado mucho más este año, cuando nuestro amadísimo Papa Juan Pablo II de santa memoria había puesto como lema, para la Jornada mundial de la juventud en Colonia (Alemania) este texto, referido precisamente a la Eucaristía.

            Esta ha sido siempre mi “Estrella adorada”; Ella se me reveló como presencia viva de Jesús, como mi camino, mi verdad y mi Vida, verdadera Luz del mundo, desde mi juventud más temprana.

            ¡Gracias, Señor, por mi vocación! ¡¡¡Gracias!!!

            Tuve mucha alegría además cuando el referido texto lo comentó magistralmente para la juventud reunida del mundo, el nuevo Papa alemán Benedicto XVI, como él lo suele hacer, dada su santidad y sabiduría que tanto está destacando. Este Papa es una bendición de Dios para el mundo. ¡Gracias, Dios mío!

           

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